viernes, 18 de agosto de 2017

Relato corto - "La dualidad de una lágrima"

Erase una vez un hombre supuestamente bueno. Este hombre ayudaba y recogía de la calle a todas esas almas perdidas que se iba encontrando en la calle. Gente débil, gente que no se podía defender por sí sola y que necesitaba de alguien que les volviera a llevar por el camino. Este hombre se hacia llamar el Salvador, porque según el mismo decía: "Yo salvo de la perdición a aquellas almas que ya han decidido morir". Todo era pura fachada, ya que de puertas para adentro este hombre, repito supuestamente bueno, trataba de forma despectiva a toda esta gente que iba recogiendo, tratándoles de escoria y utilizándoles poco más que como esclavos. Un día este hombre iba caminando por la calle y se encontró a un muchacho de unos 22 años llorando. Los ojos del hombre malo se iluminaron viendo a una nueva víctima a la que atrapar en su red."Llorar es la mayor muestra de debilidad del ser humano"- pensó. El hombre malo ofreció al muchacho un lugar donde dormir y este aceptó. Dos días después ya lo tenía atrapado. Le obligaba a hacer todo tipo de trabajos junto con el resto de personas a las que cruelmente retenía en su domicilio. Sin embargo, tres días después de la llegada del muchacho, el hombre malo entró a su domicilio y se lo encontró vacío. Todas las personas a las que allí tenía atrapadas habían desaparecido, y junto a ellas, también se habían esfumado los ordenadores, televisiones, dvds, relojes y demás objetos de valor. El hombre, furioso, se dedicó las siguientes semanas a buscar al muchacho, pero nunca logró volverlo a ver. Con los años su actitud fue cambiando, el hombre, anteriormente malo, aprendió de sus malos actos y montó un pequeño bar debajo de su casa, del que vivió los siguientes 30 años.
Era el día del 65º cumpleaños del hombre y por tanto la última noche que trabajaría en aquel bar. Tan solo dos hombres tomaban un par de cervezas en una mesa cercana a la barra. La conversación de los dos hombres giraba en torno a la manera en la que personas de las sociedad esclavizaban a los más débiles. El hombre, al oír esto, se acerco a ellos y les contó su historia de como había sido engañado y robado, y de como eso había cambiado su forma de ser y de ver la vida. Al cabo de un rato, uno de los dos hombres se fue al baño, y entre tanto el otro aprovecho para pagar la cuenta. Junto a la cuenta el hombre desconocido le entregó al dueño diferentes recortes de periódicos. Los titulares de los recortes decían lo siguiente: "Muchacho salva a tres personas de un edificio en llamas" "Adolescente Atrapa a un ladrón que pretendía robar a dos ancianos" "El muchacho de las milagrosas salvaciones se ha enfrentado a un falso juicio por violencia de género". Los tres titulares tenían una cosa en común: hablaban sobre aquel muchacho que 30 años antes había robado al hombre de 65 años que ahora, detrás de la barra, no podía ocultar su expresión de asombro al leer esas noticias de más de 35 años de antigüedad. El hombre desconocido se quitó el sombrero y resultó ser el que un día fue un muchacho, convertido ya en un señor de 52 años. "Tu creíste que podías hacer de mí un esclavo, y tan solo fue porque me viste llorando en un momento malo de mi vida. Solo he venido hoy, 30 años después, el día de tu jubilación, para hacerte comprender una base de la vida":


    "A veces la gente llora, no porque sean débiles
    sino porque llevan demasiado tiempo siendo fuertes"

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