Tras un año 2017 muy negro, en el que el jugador serbio tuvo que hacer frente a varios contratiempos y lesiones que le mantuvieron apartado de las pistas, volvió este año con todo su potencial a tratar de ser el que era. Sin embargo los resultados no llegaban. El primero que le haría despertar del sueño sería el coreano Chung en Enero en la pista centra de Melbourne Park. Más adelante, volvería a perderse otro par de torneos por molestias y finalmente acabaría haciendo una gira de tierra muy poco notable.
Tanto fue así, que tras su derrota en Roland Garros su círculo más cercano asegura que llegó a plantearse la retirada del tenis. Por suerte no lo hizo, solo eran pensamientos del momento debido a una mala racha. A las pocas semanas volvió al trabajo con la mejor de las sonrisas, y siguió creyendo que podría revertir la situación
Y llegó su momento. Novak es sin ninguna duda el mejor recuperador que yo he visto jamás. Se defiende atacando y resta como nadie. Y pude volver a ver esa gran versión suya en la pista central de Londres. EN Wimbledon, una de su muchas casas.
Y fue allí donde tanto él como Nadal nos brindraron una de las mejores semifinales de la historia, con un quinto set apoteósico que acabó llevando a Novak Djokovic a encabezar el reino una vez más.
Tras Wimbledon, perfección absoluta: Cincinati, US OPEN, Shanghai.... Una auténtica apisonadora, solo parada la semana pasada por Khachanov en la final del Masters 1000 de París.
Y sobre todo: regreso al número 1 mundial por todo lo alto. El serbio está de celebración, y que mejor guinda para el pastel quue coronarse campeón de nuevo en la copa de maestros de este año. Sin duda, junto con Roger Federer, es el gran favorito para llevarse el título. Toca disfrutar de su juego... Brindemos.
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