Era semana de Copa Davis y se notaba. Ya desde el jueves un gusanillo de impaciencia brotaba dentro de mí, con las ganas ineludibles de que llegase ya el viernes por la mañana. Como cuando eres pequeño y sabes que al día siguiente hay excursión y la noche anterior no eres capaz de dormir.
Esto es así porque hacia mucho tiempo que no podía disfrutar de unos cuartos de final de Copa Davis. En los últimos años por unas cosas u otras, España ha caído en una espiral de derrotas, hasta el punto de llegar a descender a la 2a división de la Copa Davis. Pero por suerte esos tiempos negros se habían convertido en cosa del pasado. Después de la tormenta llega la calma, y tal como ya avise en mi anterior artículo sobre la Copa Davis (
https://elshowdesam.blogspot.com.es/2018/02/el-objetivo-de-una-nueva-davis.html) este puede ser el año.
Y entre nervios e ilusión el viernes transcurrió sin sorpresas. Alexander Zverev derrotó sin problemas a un Ferrer bastante errático y que cometió demasiadas dobles faltas; mientras que Nadal hizo lo propio arrasando al alemán de nombre Philip y de apellido impronunciable, aunque os reto a intentarlo: Kohlschreiber.
De este modo llegamos al sábado, donde nos la jugábamos sí o sí. Hacia mucho tiempo que España no pasaba una eliminatoria sin ganar el dobles. Ellos los sabían. Los alemanes lo sabían. Todos lo sabíamos. En el dobles nos jugábamos la vida.
Aún así España no entró bien al partido. Los alemanes supieron aprovechar sus oportunidades y salvar todos los puntos de break en contra, de este modo y casi sin darnos cuenta perdíamos 2 sets a 0. Entonces despertó Marc López, pequeño pero matón, dispuesto a sobrellevar la dura carga de tener a Feliciano López a su lado. Y es que hace tiempo que a Feliciano le interesan más las revistas que el tenis.
El caso es que una España dominada con un recital de Marc López logró imponerse por 6-3 en el tercero. De este modo forzaban el 4o. Este set se sufrió muchísimo, y aunque por momentos parecía que los alemanes iban a ganar, de nuevo un Marc López espléndido apareció para dar vida a España. Al final del set se llegó con 5-5, y aunque España rompió para el 6-5, Alemania recuperó en el juego siguiente y forzó el tie-break.
Marc López no podía con el partido él solo... y entonces sucedió. Se ve que los focos de las cámaras provocaron reacción en el cerebro de Feli, que comenzó a jugar (por fin) su mejor tenis, haciendo unas voleas maravillosas en la red. La colaboración de los super-lópez volvió a dar sus frutos y forzaron el quinto set.
Pero la mala suerte en los partidos de dobles parecía dispuesta a perseguir a España eternamente. Aunque fueron por delante todo el set, llegando a estar 4-3 arriba y tener 5 bolas de break para ponerse 5-3 y saque, los alemanes aguantaron y con 5-5 hicieron break. El partido llegaba a su fin con 7-5 para Alemania y con mucho dolor para el conjunto español. Otra vez se nos escapaba un dobles y las previsiones para el día siguiente eran cuanto menos alarmantes.
Pero la gente confiaba. Los eternos Nadal y Ferrer aún tenían que jugar y la remontada era más que factible, solo había que creer. Rafa hizo de Nadal y arrasó por completo a un buen Zverev. Cuando Rafa está inspirado es invencible en tierra. Ya son 28 victorias consecutivas en Copa Davis. Suma y sigue. La leyenda se va agrandando por momentos.
Y con el 2-2 y la eliminatoria igualada por todos lados llegaba el quinto partido, en el que se enfrentaban el número 32 y el número 33 del mundo. Por sí no era igualdad suficiente ¿sabes?.
Y entonces lo vimos. El resurgir. La chispa. Ese pequeño big bang de recuerdos pasados. Ahí esta él, Ferru, el muro de Jávea, corriendo de un lado para otro y luchando cada punto. El alemán del apellido impronunciable jugó un gran partido. Pero amigos míos, enfrente tenía a Don David Ferrer.
Ferru, mi ídolo, siempre cumple. Y aunque sus 36 años cada vez le pesan más en pista, siempre saca su mejor tenis en los momentos clave. Y así, casi sin saber como, levantando los brazos y tirándose al suelo, Ferrer hacía un passing cruzado de revés y ganaba el quinto partido en el quinto por set por 7-5. Épico es decir poco. 4 horas y 51 minutos convirtiéndose en el partido más largo de España en la Copa Davis de toda la historia.
Nadal y Ferrer son de otra pasta, y este año, por suerte para nosotros, parece que tienen ganas de darnos otra Copa Davis, de cerrar el círculo antes de la retirada de Ferrer. Este es el año. Es la hora de soñar. Soñemos juntos.